Vivir despacio
sin la desdicha altiva
humilde morir.
Una imagen que avanza en
el vacío, sobria, resplandeciente, despojada de ropajes retóricos, atraviesa el
sentir del lector; el lector que intuye, el lector que llena los silencios de
las páginas centelleantes que tiemblan en el libro de las contradicciones, lee
en la noche, lee para liberar la verdad, lee para proveerse de energía humana.
Cientos de miles de lectores, cientos de miles de sueños, cientos de miles de
voluntades indefensas, que giran agarrados a la tierra con la esperanza de
poder cambiar la luz que ilumina los escritorios donde se decide el destino del
hombre.