19:13
Fuimos de una tienda a otra. Me preguntó cuánto me interesaba. Contesté, más bien mucho, son como salas de exposición; exponen ropas, zapatos, bolsos, cinturones, pañuelos, collares; exponen el arte de lo cotidiano.
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Con los sentidos despiertos, paseamos a la buena de Dios entre los expositores. Resultaba relativamente fácil dejarse llevar por la tentación.
19:16
He visto sombreros bajo cuyas alas se siente la elegancia. Y no esas gorras de vendedor de helados o de perritos calientes o de piloto de fórmula 1 con las que es difícil atreverse a sobrepasar las fronteras del infinito. Con esas gorras sólo puedes quedarte dentro de los límites de un paraíso pagano.
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Polifemo nunca llevaría una de esas gorras, señalé en la vitrina. No conozco a ese señor, no sabría decirle, contestó el dependiente.
