domingo, 26 de agosto de 2012

KIM STANLEY ROBINSON; “MARTE ROJO”.

 Albelo: 0,15. Diámetro: 6794,40 Km. Temperaturas: mínima -87ºC, media -46ºC, máxima -5ºC. Composición del núcleo: hierro y níquel. Pequeño astro omnipresente rojo. ¡Marte rojo!, símbolo de la pasión, la fuerza, la ira, el fuego, el conflicto y el corazón guerrero; durante milenios poder sagrado, atrae la atención humana convertido en quimera de la especulación científica, objetivo principal para la búsqueda de vida extraterrestre. Seco, árido, desértico, sin ecosistemas ni océanos, clima severo. Cañones de largos muros verticales aparentan lechos secos de un tiempo legendario, cumbres que establecen el record de altura del sistema solar, dunas inmensas, cráteres colosales, abismos ovales y escarpados, largas planicies llanas, guijarros de meteoritos negros, superficie herrumbrosa de metales y rocas oxidadas azotada por salvajes tormentas de sucio polvo rosado y arena anaranjada. Belleza extraña, hipnotizante, alienígena. De todos los planetas que giran alrededor del Sol es el más parecido a la Tierra: rota en sentido horario, presenta cuatro estaciones, el día dura 24 horas y 37 minutos, posee casquetes polares helados y mantiene algo parecido a una atmósfera. Glaciares, troposfera, canales subterráneos, contenedores de agua, tentaciones telúricas que ceban el deseo de conquista; si se puede hacer se hará, si la tecnología lo permite, si se dispone de transbordadores con la fuerza capaz de salvar la atracción gravitatoria terrestre e instalarse en la curva espacio-tiempo que los lleve a recorrer los 102 millones de kilómetros en afelio (punto de la órbita más alejado del Sol) o los 59 millones de kilómetros en perihelio (punto de la órbita más próximo al Sol), distancias máxima y mínima entre la Tierra y Marte. Un viaje de muchos meses que implica toda una vida. 
 
Una coalición de grandes potencias terrícolas firma el primer tratado: ninguna nación puede reclamar territorios en Marte, no se permiten actividades militares y todas las bases que se establezcan estarán abiertas a la inspección por parte de cualquier gobierno, ningún recurso marciano puede convertirse en propiedad de un único país. Se aprueba la misión de fundar colonias humanas con el fin de recoger datos y explorar el planeta rojo. El proceso de selección se desarrolla con precisión asimétrica y pulcra lentitud, se eligen 50 hombres y 50 mujeres, de ellos 35 norteamericanos, 35 rusos y una mezcolanza de 30 asociados internacionales (15 invitados por cada una de los dos principales socios), requisitos mínimos para formar parte de esa privilegiada comunidad de pioneros: dominio del inglés lengua franca de la legación, edad media 46 años, buena salud, personalidad tan extraordinaria como ordinaria, sobradamente preparados con experiencia acreditada en sus respectivos campos de trabajo (biología, ingeniería, geología, medicina, química, cosmonáutica, física, mecánica, psicología, etc.); inteligencias de primer nivel mundial entre ellos se encuentran algunos premios nobel. 

Los primitivos colonos marcianos son científicos, su trabajo, aplicando los conocimientos adquiridos, consiste en pensar realidades nuevas para un lugar ignoto y bello que no se puede comparar con ningún otro territorio que se hubiese conquistado antes. Invadir un espacio desolado donde la presencia humana es un hecho extraordinario. El propósito radica en proyectar un hábitat acorde con la realidad social de la que provienen, construir estructuras modelo de una sociedad, levantar ciudades reflejo de una organización social, fundar una colectividad que exprese los valores de un hogar más allá de las razones científicas. Edificios de colores, cúpulas de vidrio, granjas invernadero, carreteras serpenteantes, huertos de paneles solares, estaciones hidrológicas. Los climatólogos influyendo sobre el clima, los bioingenieros sobre los regímenes ecológicos, los geólogos sobre el sistema sísmico, equipos de robots cumpliendo órdenes, ejecutando labores aquí y allí. Transformar Marte hasta que Marte ya no exista: terraformar Marte, experimento de magnitudes épicas, un salto al vacío sin apriorismos, sin certezas, sin garantías, es creación, es ciencia en el más puro de los estados. Se estima que el tiempo necesario para obtener un planeta viable donde se desarrolle la vida humana oscila entre un siglo y 10.000 años, con pronósticos extremos que van de los 30 años los más optimistas a los 100.000 años los más pesimistas. Surge la polémica, se abre el debate, las posturas se radicalizan: comentarios editoriales, manifestaciones callejeras, discrepancias políticas, controversias científicas. Una minoría de convicciones vehementes apoya la no intervención, señala las repercusiones innecesarias y denuncia el desastre que puede suponer esa política medioambiental; van a destruir un paisaje único, puro y hermoso para nada, se puede vivir en él y estudiarle sin cambiarlo. Otra mayoría argumenta que forma parte de una empresa humana más grande, viajar al cosmos, adaptarse a otros mundos, adaptar otros mundos a nosotros; argumento que esconde intereses mercantilistas. Se descubren en Marte yacimientos de metales estratégicos en abundancia (cobre, plata, zinc, oro, platino) que vienen a paliar la grave escasez de ellos que padece la Tierra, un auténtico pastel para las naciones ricas, la salvación de las naciones pobres, el impulso de la floreciente industria aeroespacial, la posibilidad para las compañías transnacionales de amasar inmensas fortunas. Reforzar un régimen en el cual “la economía sirve para justificar la estructura de poder, es por ello que cuenta con un montón de apasionados creyentes entre los poderosos…, dinero igual a poder, el poder crea la ley y la ley forma gobiernos”, ser más rico significa ser más poderoso. 
 
Las encuestas revelan que la mayoría de los habitantes terrícolas y marcianos avalan el programa de terraformar Marte con todos los medios científico-técnicos y tan rápido como sea posible. Miel sobre hojuelas, los gobiernos consuman los anhelos, la terraformación se pone en marcha. Millones de personas en la Tierra quieren ir a Marte, la nueva frontera donde la vida vuelve a ser una aventura. Sobre Marte se proyectan todas las fantasías, estímulos intangibles, se busca un mundo alternativo donde crear una civilización independiente de las viejas, caducas y corruptas directivas terrestres. Quizás alcanzar la utopía de la tierra prometida. 

La vida se adapta siguiendo un acuerdo recíproco, el organismo y el entorno se transforman como partes de un todo. Marte nos dirá qué desea, qué necesita, qué quiere ser y nosotros tendremos que realizarlo; ¿o no?.