lunes, 3 de octubre de 2011

ROBERT FISK; “LA GRAN GUERRA POR LA CIVILIZACION”.

Definida la palabra civilización como el “conjunto de ideas, creencias religiosas, cultura, artes y modos de vida de un pueblo”, ¿hay civilizaciones superiores e inferiores?, ¿cuáles son los principios que determinan que una civilización sea considerada superior o inferior?; admitiendo que las haya ¿es civilizado imponer una civilización sobre otra mediante el uso de la guerra? Guerra, ese es el leitmotiv: guerra justa, guerra al terror, guerra del bien contra el mal, guerra de ellos o nosotros, guerra por la libertad, guerra por la democracia; clichés que imponen una visión del mundo sesgada, maniquea y hurta un debate honesto sobre las políticas internacionales de Occidente; se establecen con la ayuda de la manipulación mediática consciente o inconsciente, la retórica competente o incompetente acomodada en el conformismo periodístico que ignora el contexto histórico, el porqué del presente y los temas claves del conflicto de Oriente Medio; a saber, enumerando: genocidio armenio, creación del estado de Israel, guerras árabes-israelíes, contienda israelí-palestina, revolución iraní, guerra Irán-Irak, campamentos de refugiados palestinos en Líbano, Siria, Jordania y Cisjordania, invasión soviética de Afganistán, guerra del Líbano, guerra civil argelina, invasión de Kuwait, guerra del Golfo, atentado de las Torres Gemelas, guerra de Afganistán, invasión de Irak, … Guerras, conflictos, invasiones, terrorismo, atentados suicidas, violencia sectaria, represión, daños colaterales de políticas hipócritas, traiciones, engaños y mentiras. Avalancha de hechos sangrientos, similares, a veces repetidos hasta la náusea durante décadas en una parte del mundo sumida en la injusticia y el sufrimiento de miles de personas inocentes, vidas destrozadas que como cualquier hijo de vecino también desean la paz, la libertad, la justicia, la democracia, el progreso e incluso liberarse de la tutela, los mezquinos intereses egoístas y los regímenes corruptos que amparan las potencias occidentales. Los grandes amigos de ayer (Saddan Hussein, Bin Laden, Gadafi, etc), según soplen los vientos de la política internacional, son los terribles enemigos del hoy. Se reescribe la historia con renglones torcidos.
 
    Treinta años pateándose el intrincado escenario geopolítico de Oriente Próximo, captar la atmósfera, tomando el pulso (como se suele decir), si se tiene el oficio, la sensibilidad, el coraje y la inteligencia suficientes dan para escribir un testimonio periodístico colosal, una crónica sobrecogedora narrada con la emoción de la vivencia del testigo ocular; memoria personal del corresponsal de guerra lúcido, del viajero atento, del observador comprometido con su tiempo que expone con nitidez su postura sin rehuir la polémica, muy al contrario la fomenta si para ello no tiene que renunciar a llamar a las cosas por su nombre; no teme nombrar a los asesinos, señalarlos y denunciarlos, da voz a las víctimas, toda la voz para las víctimas nunca en igualdad con los verdugos (se debe informar desde la perspectiva de las víctimas) y ataca a los medios de comunicación por su supuesta objetividad en el control del poder y los centros de poder. Historia al pié del cañón que aporta claves imprescindibles para entender un conflicto que ha marcado el siglo XX y puede marcar el XXI, un problema de difícil solución. Denuncia sin paños calientes la obscenidad moral que supone usar la guerra como opción política, violando leyes internacionales, pisoteando derechos humanos, considera el autor la guerra como “el fracaso total del espíritu humano”; intereses de la devastación, el odio y la tergiversación deshumanizada de un crimen cotidiano contra la humanidad. Análisis de las causas, consecuencias y responsabilidades de los estados occidentales (EE.UU a la cabeza) en esta tragedia. Ensayo crítico, valiente y esclarecedor. Obra magna, de imprescindible lectura (tirando del tópico) para todo aquel que desee conocer lo que está ocurriendo en una parte del mundo donde la locura humana amontona el horror sobre el horror, en un parte del mundo, de nuestro mundo, cuya sombra tenebrosa nos alcanza a todos.