lunes, 16 de mayo de 2016

LOIS McMASTER BUJOLD; “EN CAÍDA LIBRE”.

Experimento de bioingeniería, resultado: creación de una nueva especie, se denomina Homo Quadrimanus o simplemente cuadrúmanos. Seres humanos modificados genéticamente para tener cuatro manos en lugar de dos manos y dos pies, fueron diseñados para vivir y trabajar en estaciones espaciales en ausencia total de gravedad; adaptados perfectamente al medio, en esas condiciones, son superiores en todos los sentidos a cualquier otra especie. Legalmente no son mutantes, ni son humanos, están clasificados como “cultivos de tejido experimental post-fetal”. Son trabajadores modelo de productividad, nunca piden permisos, nunca cogen vacaciones, nunca abandonan, son tan saludables que nunca enferman; trabajan sin parar, el trabajo es toda su vida. No se les paga en dinero, sólo se les mantiene. No se les considera empleados, forman “equipos de capital” organizados para realizar grandes trabajos colectivos, integran una cadena de montaje que reduce los costos de rotación del personal. Comparten hábitat tecnológico siendo dependientes los unos de los otros. Cuidadosamente desarrollados por el departamento psicológico de la Compañía, su comportamiento propende a juntar las energías necesarias para llevar a cabo una tarea aburrida pero necesaria. En un mundo marginal, donde se encuentran únicamente las bases destinadas a ensamblar naves y construir instalaciones de transferencia en el espacio, viven explotados y esclavizados, tratados como objetos, estrechamente controlados, sin necesidad de utilizar madres portadoras de embriones implantados se les puede ordenar autorreproducirse cuando las necesidades de más mano de obra barata lo precisen. El único punto débil es que, como todas las herramientas, tienen fecha de caducidad; cuando una nueva tecnología de gravedad artificial los deja obsoletos, los directores se plantean si matarlos o esterilizarlos y mantenerlos hasta su extinción. Puesto que ya no es rentable mantenerlos, se convierten en sacrificables. 

No entienden que hicieron mal en su trabajo. Se sienten confundidos, atrapados, desesperados; la única falta que han cometido es que se han vuelto tecnológicamente arcaicos. Acostumbrados desde su origen a vivir en una situación de esclavitud, casi no tienen iniciativas libertadoras. Incapaces de romper las reglas de la explotación empresarial, necesitan al guía, al pastor, al mesías que les ayude a revelarse y escapar. El ingeniero asignado para enseñarles los procedimientos de control de calidad en la construcción de estructuras espaciales, se encuentra en la disyuntiva de seguir con su trabajo en la compañía acatando las leyes que él juró y colaboró en promulgar, o enseñarles a ser libres saltándose la legalidad. Contra todo pronóstico de lo que iba a ser su misión y las buenas expectativas para prosperar en su carrera, se enfrenta a un dilema moral: lealtad a su empleador o lealtad a su ética. Se impone el acto heroico sobre las ambiciones humanas.

¿Qué decidir, vivir en la resignación o luchar contra ella? Vale la pena arriesgar, lanzarse al vacío, huir para siempre; no retroceder, no mirar atrás. Sed fuertes. Preparad las mentes, porque “la suerte favorece a las mentes preparadas”. No temer a los problemas, los problemas son el inicio de un nuevo futuro. Tendréis que seguir trabajando, pero será para vosotros y para vuestros hijos, la próxima vez no habrá nadie que os diga lo que tenéis que hacer. Seréis los únicos responsables de vuestras vidas.