La corrupia:
Se argumenta que existen razones para que la corrupia no se descomponga, y causas fundadas detrás de las pesadillas que provoca como la credulidad ignorante y la patogénesis ideológica. El relato de la corrupia se divulga entre todos los estratos de la pirámide social (en general, comenzando por la cúspide y terminando en la base), fomentado por la difusión que le ofrecen panfletos orales, impresos, grabados visuales o gráficos denominados libres o sucedáneos, donde prevalecen opiniones e historias que sirven de vehículo para criticar a quien tienen que criticar y alabar a quien tienen que alabar con un único fin, tan innoble como legítimo, de promover a la corrupia que protege sus intereses personales y grupales.
Más que una posibilidad es una certeza, la corrupia se inmiscuye en los procesos sociales esforzándose por acomodarlos a su visión del mundo y haciéndolos congruentes con sus creencias e intereses. Se contagia como una enfermedad, pasa de ser el resultado de un fenómeno enajenado sintomático a infectar a sus víctimas transfigurándolas en parte de su prole.
La corrupia ocupa espacios del pensamiento contemporáneo, es de origen humano, usa la razón y se impulsa por instintos repugnantes.