lunes, 8 de diciembre de 2014

CUENTO ÍNFIMO.8

LA PRINCESA QUE CONTABA CRUCEIROS. 

Cada amanecer se ausenta de palacio con el afán sagrado de contar cruceiros. En las encrucijadas de los caminos, en los altozanos de las glorietas, en las alamedas de los bulevares, en los parterres de los paseos, en las terrazas de los jardines, a la puerta de las ermitas o en el atrio de la catedral, decenas, centenares, miles, un millón de cruceiros después la cuenta suma uno, siempre ubicuo, muda de lugar anhelando que, una y otra vez, la princesa le bendiga con la pureza suave de su mirada.