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Detenido en el tiempo, cada dolor del alma expresa la necesidad de un fin, el deseo de todo o nada, la inutilidad de la duda, la incertidumbre de caer en el vacío absoluto.
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En los ojos de la pena se percibe la necesidad de los sueños, como una musiquilla que alegra los tonos más desgarradores y dolientes de la tristeza humana.
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Destellos brillantes y fugaces, apenas un parpadeo de la inalcanzable felicidad suprema, se desvanecen por los recovecos del destino.
