Tienen en común lo raro y lo espeluznante la fascinación por lo exterior, por aquello que está más allá de la percepción y la preocupación por lo extraño. Pero no todo lo extraño es terrorífico y no todo lo que sucede en el exterior es terrorífico. Ambos, lo raro y lo espeluznante, pertenecen al concepto de destino: es raro en tanto implica formas de tiempo y causalidad ajenas a la percepción corriente, y es espeluznante en tanto plantea preguntas sobre el sujeto de la acción. Lo raro y lo espeluznante son sensaciones, pero también modos que no llegan a ser géneros: modos cinematográficos, modos narrativos, modos de percepción e incluso modos de ser. Vayamos con cada uno de los conceptos:
Lo raro, es aquello que no debería estar ahí, es un tipo de perturbación que conlleva la sensación de algo erróneo; un objeto extraño que no debería de existir o al menos que no debería de existir donde existe. Lo raro no se refiere de manera inmediata a lo sobrenatural; no todas las entidades raras tienen porque ser necesariamente sobrenaturales, hay fenómenos naturales que son raros. Una ficción exterior puede irrumpir a través del tiempo y del espacio en una situación objetivamente familiar. Lo exterior no es empíricamente exterior, sino trascendentalmente exterior, está más allá de la experiencia corriente y de la concepción espacio-temporal. Lo raro desnaturaliza todos los mundos al exponer su inestabilidad, su apertura exterior, sin la necesidad de precisar monstruosidades abominables. Al mundo de lo raro se puede penetrar por el umbral que conduce más allá del principio de placer (el umbral entre dos mundos es el aparato que permite el viaje en el tiempo, aquí la extrañeza suele manifestarse a modo de anacronismo). Existe una relación entre lo raro y lo grotesco, ambos nos hablan de algo que está fuera de lugar; la respuesta a lo grotesco puede ser tanto la risa como la repulsión; la capacidad de dar risa de lo grotesco puede entenderse como una forma particular de lo raro. Estos y otros tipos de los efectos raros (atrapados en el círculo, simulaciones y alienación, bucles extraños, cortinas y agujeros) son analizados por el autor en las obras de Lovecraft, H.G. Wells, The Fall, Tim Powers, Fassbinder, Philip K. Dick y David Lynch.
Lo espeluznante, aunque al igual que lo raro es una sensación, ambas son diferentes; lo raro se constituye por una presencia, en cambio lo espeluznante se constituye por una falta de ausencia o por una falta de presencia, es decir surge si hay una presencia cuando no debería de haber nada, o si no hay una presencia cuando debería de haber algo. Lo espeluznante tiene que ver con cuestiones metafísicas, se hace preguntas relacionadas con la existencia y la no existencia: ¿por qué hay algo cuando no debería de haber o por qué hay nada cuando debería de haber algo? Lo espeluznante tiene que ver con lo desconocido, si se descubre o se resuelve lo desconocido, desaparece. No todos los misterios generan una sensación espeluznante, tiene que darse la alteridad, el enigma que va más allá de una experiencia corriente. La sensación espeluznante no suele darse en espacios cerrados, domésticos y habitados, lo hallamos con más facilidad en paisajes parcialmente desprovistos de lo humano. Analiza el autor lo espeluznante en las obras de Daphne du Maurier, Christopher Priest, M.R. James, Eno, Nigel Kneale, Alan Garner, Margaret Atwood, Jonathan Glazer, Stanley Kubrick, Andrei Tarkovsky, Christopher Nolan y Joan Lindsay.
Lo raro y lo espeluznante son tipos particulares de experiencias estéticas; aunque estas experiencias las desencadenan formas culturales, no surgen de ellas; lo raro y lo espeluznante podemos encontrarlo en bruto sin que haga falta una forma específica de mediación cultural para sentirlo. Lo raro y lo espeluznante nos permiten ver el interior desde una perspectiva exterior. La idea de que disfrutamos de lo que nos asusta no acaba de dar cuenta del atractivo que posee lo raro y lo espeluznante. La salida de lo corriente, la huida más allá de los confines de aquello que normalmente consideramos realidad es lo que en cierto modo explica el encanto particular que tienen lo raro y lo espeluznante.
