Nos abre sus páginas el Che King o Libro de los Poemas (1766-1122 a.c.), antiguos himnos, canciones arcaicas, ponen los cimientos de la gran pagoda poética que se va construyendo a lo largo de todas las dinastías reinantes hasta concluir en la República Popular de China, con la presencia del Gran Timonel el mismísimo Mao Tse Tung y los mucho más interesantes maestros de la poesía moderna Wen Yi To (1898-1946), As Tsing (1910-1996) y Fan Ce (1905-1983). Entre el principio y el final mención aparte merece con esmero cum laude la cosecha de la dinastía Tang, considerada la edad de oro, en la que sobresalen los tres grandes dragones de la poesía china: Po Chu Yi (722-846) niño prodigio (escribe desde los 9 años), disfrutando del hermoso jardín de su casa leía, tocaba el laúd y componía poemas. Tu Fu (712-770) amigo íntimo de Li Po, refleja en sus poemas la cara desgraciada de la vida que sufre en sus carnes, la miseria, la soledad, el dolor del pueblo llano. Li Po (701-762) el tocado por la gracia de los inmortales, agasajado y envidiado, amante de la naturaleza y el vino, cuando abandonó la corte donde gozó de los favores del emperador llevó una vida errante por las montañas, los valles y las tabernas “libre para beber y cantar, dormir y meditar”.
Escenas costumbristas, paisajismo a veces de postal, lamentos por la juventud perdida, desolación de la vejez, consejos morales, denuncia de la injusticia, amores y desamores; asuntos intensamente humanos. Hermosos circunloquios, las metáforas se encuentran en la belleza de los objetos cotidianos. Delicadeza, espiritualidad, hondura bucólica. Se perciben los olores, los colores, los sabores. Se disfruta de los matices. Poesía sensual, visual y sentimental. Lectura gozosa para aligerar los pesares del corazón.