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«El dolor del alma es una enfermedad mucho más grave que una pierna rota o la garganta inflamada, sus heridas son bastante más profundas y peligrosas que las que produce una bala. Son heridas que no se curan, esas heridas que con cualquier pretexto comienzan de nuevo a sangrar». (Oriana Fallaci).
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Si he conocido algo de la plenitud de la vida ha sido a través del dolor. Un recorrido por los territorios de mi dolor ofrece al viajero los mejores paisajes de un alma escéptica, desventurada, triste y penitente.
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El dolor tiene el rostro de la soledad, ambos, soledad y dolor, se expanden, y mientras puedan hacerlo no se detienen por voluntad propia; se necesita un poco de fortaleza de espíritu, un poco de suerte y un poco de engaño para detenerlos.
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Te vas acostumbrando al dolor, lo vas haciendo tuyo hasta llegar a ser una parte más de ti mismo. Normalizas el sufrimiento.
