lunes, 12 de mayo de 2025

CENTÉSIMA OCTOGÉSIMA NOVENA TARDE

 18:20

Mi casa tenía un patio lleno de tiestos, distribuidos por el suelo, colgando de las paredes y de las ventanas; quedaba un espacio vacío en el centro, pero allí no me dejaban ni jugar a la pelota ni torear a mi perro Cordobés por si rompía las flores o las macetas. Odiaba a los tiestos, sentía frustradas mis dos de otras muchas vocaciones, me juré que jamás tendría tiestos. Ahora, aquí estoy, regando, podando, limpiando, recogiendo las hojas como si fuera Miss Marple.

18:25

Quien cuidaba de los tiestos era mi abuela, aficionada a la jardinería: sembraba, trasplantaba, fertilizaba, abonaba, practicaba esquejes, hacía injertos y otras labores propias de la floricultura. De los maceteros brotaba un jardín hermoso con plantas que conocía por su nombre. Yo en cambio tengo una palmera mustia y hierbajos que ni siquiera sé cómo se llaman, pero los cuido con amor; a las plantas si las cuidas con amor, hasta la rama más escuálida te da una flor.